La tecnología que sirve de base a los equipos de compresión es una buena muestra de cómo un insumo simple, en este caso el aire, se puede transformar en energía. Y, en el caso de la minería, como esa tecnología puede convertirse en herramienta esencial para prácticamente todos sus procesos y operaciones. ¿Cuáles? Los enumeramos en este informe, al igual que los productos y servicios que ofrecen tres empresas líderes de ese segmento para las empresas mineras.
Según datos históricos, las primeras máquinas que hicieron posible la acumulación de aire en recipientes compactos y en condiciones de alta presión aparecieron a mediados del siglo XIX y su uso estuvo limitado a muy pocas actividades, la mayoría relacionadas trabajos artesanales.
Desde entonces, el avance de la tecnología no solo multiplicó aceleradamente las aplicaciones de estos equipos a la par de la expansión y diversificación de las industrias, sino que permitió la introducción de nuevos insumos y variantes en su funcionamiento que hicieron posible crear máquinas –a las que se bautizó como ‘compresores’– a la medida de casi todas las necesidades industriales, pero también domésticas. El uso de los compresores en la industria minera no fue la excepción en ese proceso; al punto de que, con su evolución, estos se convirtieron en herramientas básicas en sus más variadas tareas. Tanto que, ahora, varias de estas no podrían ejecutarse de no contar con ellos.
Así, como lo detallan nuestros entrevistados para este informe, el uso de compresores en la industria minera de hoy se extiende tanto a la que se desarrolla a tajo abierto como en socavón; y en ambos, en procesos tan diferenciados como los de exploración y explotación (para máquinas perforadoras o jumbos); lixiviación de minerales (para presurización de ácidos y recuperación de PADS); truckshop (aire de proceso, instrumentación, herramientas, inflado de neumáticos)…