Este sector, según la organización, absorbe el 23% de daños y pérdidas por este tipo de amenazas, una cifra que puede llegar a ser de hasta un 82% en caso de sequías.
Reuters.- El fenómeno El Niño se extenderá al menos hasta el primer semestre del 2024 en América Latina con previsiones de más lluvias de lo normal en gran parte del cono sur y de clima seco en algunas zonas de Centroamérica y Brasil, dijo un reporte de Naciones Unidas.
El reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), al que Reuters accedió el jueves en exclusiva, advierte que impacto del fenómeno se suma a eventos ligados al cambio climático como olas de calor y cambios en el ciclo de aguas.
El informe señala que los gobiernos de la región deben estar alertas a la posible amenaza a la agricultura, que incluye cultivos, ganadería, bosques, pesca y acuicultura, y es un sector particularmente vulnerable al fenómeno de El Niño.
Este sector, según la organización, absorbe el 23% de daños y pérdidas por este tipo de amenazas, una cifra que puede llegar a ser de hasta un 82% en caso de sequías.
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Basándose en datos obtenidos entre abril y agosto del 2023, el informe, que se publicará esta semana, señala que en el marco del fenómeno de El Niño actual, desde febrero 2023 se ha registrado un aumento significativo de las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico ecuatorial, «con un calentamiento más fuerte a lo largo de la costa suramericana».
«Las previsiones para el período octubre a diciembre de 2023 muestran, por un lado, una tendencia a precipitaciones por debajo del promedio en el norte de América del Sur, y por otro lado, una tendencia a precipitaciones por encima del promedio especialmente en las zonas costeras orientales de América del Sur», apuntó.
En el caso de Centroamérica, algunos modelos muestran que las condiciones secas y calurosas continuarán solo en algunas zonas durante el último trimestre del 2023.
Las proyecciones para el primer trimestre del 2024 indican una continuidad de las condiciones secas en algunos países de la zona norte de Sudamérica como Brasil, Guyana y Surinam, mientras que se mantendrían las lluvias por encima del promedio en gran parte del cono sur y zonas de la costa de Perú y Ecuador y algunos países más hacia el norte, como México.
«Adicionalmente, la región se está viendo enfrentada a extremos climáticos que no son producto del fenómeno de El Niño, sino asociados al cambio climático, que se traducen en choques como olas de calor y cambios en el ciclo hidrológico», señala el reporte.
«Por lo tanto, aun si el fenómeno de El Niño no se manifiesta con fuerza, sus impactos se sumarán a los impactos de la variabilidad climática que experimentan los países».
COSTAS DE PERÚ Y ECUADOR
La FAO señala que si bien los datos aún son limitados, se prevé que el fenómeno de El Niño afecte distintas especies de peces en la costa norte de Perú y sur de Ecuador, sobre todo en la pesca de anchoveta, un sector que es clave para los países de la región y «una de las pesquerías más grandes del mundo».
«Desde febrero de 2023, los pescadores del Ecuador informan una disminución del 30% en las capturas de atún, la segunda especie pesquera más importante de Ecuador, ya que es una especie altamente migratoria que prefiere aguas más frías», apuntó.
El Niño-Oscilación Sur (ENOS) hace referencia a variaciones en las temperaturas del océano Pacífico, que consta de dos patrones o episodios opuestos, El Niño (fase cálida) y La Niña (fase fría) que duran entre nueve y 12 meses, y se dan cada dos a siete años, aunque no tienen un calendario regular.
Los patrones de El Niño y La Niña tienen consecuencias en distintas partes del planeta y en América Latina han impactado en la producción de cultivos clave como trigo, arroz, maíz provocando efectos en la economía de los países, altamente dependientes de las materias primas.
La FAO señaló que trabaja con los gobiernos de la región para promover la prevención y reducción de riesgos.
También lanzó un plan destinado a movilizar recursos financieros de comunidades vulnerables en países como Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú y Venezuela.