En la industria minera se diferencia el ciclo de vida de la mina en cinco etapas distintas y sucesivas, cada una con sus propias particularidades.
Por: Rafael Lengua Peña, Socio de Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría.
El desarrollo de proyectos mineros se caracteriza por un alto nivel de riesgo, cuantiosas inversiones para explorar y desarrollarlos, y periodos de inversión y retorno bastante largos. El nivel de riesgo e inversión varía dependiendo de la etapa de avance en la que se encuentre el proyecto.
En la industria minera se diferencia el ciclo de vida de la mina en cinco etapas distintas y sucesivas, cada una con sus propias particularidades.
EXPLORACIÓN
En la etapa de exploración se realizan las actividades necesarias para determinar la viabilidad técnica y económica de un proyecto minero. Como lo define nuestra Ley General de Minería: “Es la actividad minera tendente a demostrar las dimensiones, posición, características mineralógicas, reservas y valores de los yacimientos minerales”.
La etapa de exploración comienza con el cateo, que es la acción conducente a poner en evidencia indicios de mineralización por medio de labores mineras elementales tales como observación del terreno y recojo de muestras para reconocer anomalías geológicas en la superficie, y la prospección, que es la investigación conducente a determinar áreas de posible mineralización, por medio de indicaciones químicas y físicas, medidas con instrumentos y técnicas de precisión.
También puedes leer: Forja del cobre – mineral crítico en APEC
El estudio de factibilidad sirve para determinar si el proyecto es viable, en todos sus aspectos
(técnico, económico, ambiental, social, legal, etc.) con un nivel de certeza bastante alto.
Durante la prospección se recurre a estudios geológicos y otras técnicas como la geofísica, geoquímica y la interpretación de imágenes satelitales para determinar los principales blancos prospectivos donde se realizarán los trabajos de perforación.
Los trabajos iniciales de cateo y prospección no generan impactos y, por tanto, no es necesario contar con algún permiso o autorización del Estado. Sin embargo, cuando hay actividades en campo, siempre es recomendable hacerlas respetando los derechos de las comunidades y tratando de no perturbar sus actividades económicas y culturales.
Una vez determinados los principales targets de perforación, se pasa a la etapa de la perforación diamantina. A diferencia del cateo y la prospección, para la perforación diamantina, sí es necesario contar con una concesión minera, derecho a acceder a los terrenos superficiales, certificación ambiental y otros permisos exigidos por el Estado.
Mediante la perforación diamantina se extraen muestras de rocas del subsuelo a distintas profundidades, conocidas como testigos, que luego se analizan en laboratorios para determinar si existe un yacimiento minero potencialmente explotable, modelar el yacimiento, determinar el contenido de mineral y el valor del depósito.
Durante esta etapa, además, de las labores de perforación diamantina, se realizan una serie de estudios preliminares para determinar la viabilidad del proyecto minero. El primero de estos estudios es conocido en el mercado de las juniors como PEA, por las siglas en inglés de “Preliminary Economic Assesment”. El PEA, también conocido como “scoping study”, es un estudio preliminar y conceptual basado en resultados iniciales obtenidos de la perforación diamantina y el diseño de un plan de minado y planta de procesamiento a nivel conceptual.
Estos estudios aún no determinan la viabilidad de un proyecto minero, sino más bien, si vale la pena continuar invirtiendo en avanzar el proyecto, y cuánta inversión y estudios adicionales se pueden requerir para determinar su viabilidad y entrar en producción.
Lea el artículo completo en nuestra edición 168 de Rumbo Minero, aquí.