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Los logros de la OEFA

Luz Orellana

Exsecretaria General del OEFA

Es indiscutible que el OEFA de sus inicios no es el OEFA de hoy. No sólo debido al incremento de sus competencias como resultado del proceso de transferencia del Osinergmin y Produce, a partir de julio de 2010; sino también, y principalmente, debido al crecimiento institucional que ha tenido en estos últimos cinco años, acompañado por un crecimiento presupuestal importante, lo que ha permitido el fortalecimiento y consolidación del OEFA como el fiscalizador ambiental del Perú.

Para que este crecimiento fuese posible se adoptaron una serie de medidas que, aunque en su momento fueron duramente cuestionadas, dieron los resultados que hoy puede mostrar el OEFA y el sector ambiente: en primer lugar, se impulsaron una serie de modificaciones legales para mejorar el poder disuasivo del OEFA; el incremento del tope de las multas ambientales de 10 000 a 30 000 UIT; el establecimiento de un mecanismo para facilitar la ejecución de las multas por infracciones ambientales; la facultad de dictar medidas preventivas y mandatos de carácter particular; así como el otorgamiento de funciones normativas para aprobar sus propias tipificaciones y escalas de sanciones.

Gracias a estas medidas el OEFA dio un salto exponencial del 2010 al 2015, pasando de realizar 192 a 9,142 acciones de fiscalización ambiental y de emitir 40 a 3,113 resoluciones en primera y segunda instancia administrativa. En suma, pasó de ser un “pacífico gato domesticado” a un “diente de sable” con las “garras y dientes” necesarias para cumplir con su rol de fiscalizador ambiental, usando la metáfora de un reconocido abogado y docente universitario vinculado a temas ambientales.

Sin embargo, paralelamente a este crecimiento, se fueron generando cuestionamientos del sector empresarial por considerar, por ejemplo, que las multas eran elevadas y arbitrarias, llegando al extremo de decir que las facultades otorgadas al OEFA atentaban y desalentaban las inversiones en el sector. Si bien la mayoría de estos cuestionamientos se fueron superando, el tema que generó mayores enfrentamientos, incluso mediáticos, entre el OEFA y las empresas de los sectores minero y energético fue la vigencia del Aporte por Regulación, aplicado a partir del 2014, y que ha sido el factor principal que ha permitido al OEFA alcanzar los resultados que hoy todos reconocen.

Ciertamente, si hasta el 2013 el presupuesto del OEFA se fue incrementando de manera paulatina, impulsado por la ejecución de multas administrativas, no es sino recién a partir de la entrada en vigencia del Aporte por Regulación que esta entidad empezó a manejar un presupuesto superior a los 100 millones de soles, llegando en el 2015 a superar los 240 millones de soles. En esos dos últimos años, el OEFA destinó gran parte de su presupuesto (más de 230 millones en conjunto) al fortalecimiento de las actividades relacionadas a la gestión sostenible de los recursos naturales y la diversidad biológica.

Gracias a eso, el OEFA hoy se encuentra en una posición institucional envidiable: cuenta con recursos humanos capacitados en todos los niveles, siendo este el principal componente para el desarrollo de sus funciones. Además, cuenta con una flota de casi 50 vehículos asignados a sus oficinas a nivel nacional, lo que les permite una actuación inmediata ante las emergencias ambientales, y tiene un importante número de equipos ambientales y tecnológicos para recolectar pruebas de manera técnica y objetiva.

Igualmente, posee herramientas informáticas, entre sistemas, programas y aplicativos, que han sido puestos a disposición de la ciudadanía a través del portal web de la institución y que permiten una mayor participación ciudadana en los temas ambientales, y mantiene oficinas desconcentradas en las 24 regiones del país, logrando presencia del Estado a nivel nacional. Y todo ello, acompañado de una óptima ejecución presupuestal.

Pese a ello, y a que el afán del OEFA siempre fue realizar una fiscalización que permita armonizar la promoción de la inversión privada con la protección del ambiente, en el mundo de las percepciones esta entidad aún no se ha llegado a consolidar como el gran catalizador que genere relaciones de confianza entre la población, las empresas y el Estado. Esto se convierte, entonces, en el gran reto del OEFA para los próximos años, porque no es un objetivo que se pueda lograr a corto plazo.

Porque el OEFA no sólo ha logrado mejorar el  nivel de fiscalización a las empresas, también es un gran promotor del conocimiento e información en materia ambiental, a través de mecanismos como la red universitaria, el concurso de investigación y el curso de extensión; premia el sobrecumplimiento ambiental, a través de incentivos honoríficos e incentivos económicos; vigila que las otras entidades de fiscalización ambiental realicen sus funciones de manera eficiente en los sectores de su competencia; promueve la participación directa de la ciudadanía en los temas ambientales; y promueve una remediación ambiental efectiva a través del dictado de medidas correctivas de restauración y de compensación ambiental.

A diferencia de sus inicios, el OEFA ahora cuenta con todas las herramientas necesarias para entrar a una nueva etapa de fortalecimiento y consolidación institucional, más allá de su rol fiscalizador. En esta etapa, el acercamiento a los administrados, la comunicación abierta y el diálogo directo, son mecanismos  necesarios para construir una sostenibilidad institucional, más allá de la sostenibilidad presupuestal ya lograda.

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