En el marco de la semana de la Bolsa de Metales de Londres, la prestigiosa consultora internacional Wood Mackenzie presentó sus proyectos para los metales que jugarán un rol clave en la transición energética que se espera en el mundo de aquí al 2035, impulsada por la electromovilidad y el desarrollo de las energías renovables.
En este escenario, desde la entidad apuntaron a que, pese a los efectos de la pandemia -que han puesto dificultades a los esfuerzos de mitigación del cambio climático este año- los gobiernos de todo el mundo están utilizando importantes paquetes de estímulo para impulsar o acelerar sus procesos de descarbonización.
En esta línea, aseguraron que se necesitará más de US$1 billón (un millón de millones) de inversión en el grupo de metales clave, donde se incluye el aluminio, cobalto, cobre, níquel y litio, durante los próximos 15 años, solo para satisfacer la demanda de descarbonización, lo que es casi el doble de lo invertido durante los últimos 15 años.
“Se puede discutir tanto el ritmo como la escala de la transición energética, pero la importancia crítica de los metales para su realización es indudable. En pocas palabras, la transición energética comienza y termina con los metales. Si se desea generar, transmitir y almacenar energía baja o sin carbono, se necesita aluminio, cobalto, cobre, níquel y litio”, dijo el vicepresidente de Metales y minería de Wood Mackenzie, Julian Kettle.
El experto advirtió que, pese a estas proyecciones, los fundamentos de varios metales son pobres y se están deteriorando, por lo que los precios de la mayoría están por debajo de los niveles de incentivos a largo plazo. Esto se explicaría porque los inversionistas aún no están completamente convencidos de que el cambio hacia la recuperación esté asegurado.
“Los rendimientos a largo plazo de la inversión en minería y procesamiento se comparan cómodamente con la necesidad de certeza de los pagos regulares de dividendos o las ganancias a corto plazo que se pueden obtener de otras clases de activos populares. Esto obstaculiza gravemente la capacidad de las juntas para tomar las decisiones necesarias a largo plazo para desarrollar la oferta que demandan los productos básicos relacionados con la transición energética de alto crecimiento”, agregó Kettle.
De todos modos, desde la firma señalaron que poco a poco, varios productores han comenzado a hacer conscientes de los efectos de las emisiones, anunciando importantes inversiones para dejar de lado activos contaminantes.
Ejemplos en Chile hay varios, ligados principalmente a la suscripción de contratos de energía renovable que se han visto en gran parte de la minería, principal consumidor eléctrico del país”.
“No se trata solo del equilibrio de la cartera. La agenda verde tendrá un impacto profundo en la forma en que estas empresas extraen y refinan metales, y las operaciones con bajas emisiones de carbono son una prioridad cada vez mayor”, sostuvieron desde Wood Mackenzie. Sin embargo, advirtieron que el principal desafío estará en maneja correctamente los problemas y oportunidades que se avecinan para la industria.
“La adquisición y generación de energía verde está en primer plano y la optimización de la cartera es ahora una necesidad de cualquier directorio. Parece que el punto de inflexión es inminente. Esperamos que el carbono se convierta en un componente no negociable de cualquier reunión anual, como lo hizo la seguridad en la década de 1990”, remató Keetle.