Los resultados interesantes y positivos obtenidos por el sector minero peruano durante el año 2019, no hubieran podido lograrse sin el concurso de una cadena de proveedores capacitada, experimentada y colaborativa con el sector.
En efecto, haber logrado inversiones mineras ejecutadas por 6,157 millones de dólares (tercer año consecutivo en crecimiento), contribuir con el 60% del total de divisas que ingresan al país producto de exportaciones mineras (más de 28,000 millones de dólares el año anterior), aportar al PBI nacional con una suma de 49,537 millones de soles (9.1% del PBI total), producir 2.46 millones de TMF de cobre y 30,441 TMF de molibdeno (cifras récord en la historia del país); han sido todos logros posibles no sólo debido al trabajo directo de las empresas mineras, sino también gracias al apoyo que hombro a hombro provee la cadena de proveedores al sector.
Con ello, el Perú mantiene un liderazgo mundial en el sector minero, sosteniendo el 2° lugar mundial como productor de cobre, plata y zinc; el 1er lugar a nivel latinoamericano como productor de oro, zinc, plomo y estaño; el 1er lugar en reservas de plata y el 2° lugar en reservas de cobre y molibdeno, en ambos casos mundialmente; así como el 1er lugar en Latinoamérica en reservas de oro, plata, zinc, plomo y molibdeno. Asimismo, nos posicionamos en el 5° lugar entre todos los países que captan mayores presupuestos para exploraciones mineras.
De otro lado, el 2020 llega el Covid-19 que nos toma en un entorno de incertidumbre y con sorpresa, sin una guía o modelo a seguir o replicar, comenzando a golpear fuertemente a nuestra economía. Obviamente, la minería peruana no se encuentra exenta de ello, por lo que se ve impactada su producción, ingresos, inversiones, empleo, exportaciones, pagos, transferencias. Pero nuevamente -con las capacidades, particularidades y características propias del sector minero- se ha visto una rápida y efectiva recuperación del mismo una vez reactivadas sus operaciones entre mayo y julio pasado. Así pues, según información del MINEM, las exportaciones mineras a julio crecieron en 15.4% en comparación al mes anterior; la producción de oro, plata, zinc, plomo y hierro aumentaron en agosto frente a julio, mientras el cobre y molibdeno se mantuvieron en niveles ligeramente similares en el comparativo entre esos mismos meses; y, las inversiones mineras entre junio-agosto se sostienen en rangos superiores a los 300 millones de dólares mensuales. Asimismo, ya se han sumado más de 170,000 empleos reactivados (tres meses consecutivos en crecimiento de este indicador) en el sector minero y apreciamos que, desde agosto pasado, el consumo de electricidad de los principales usuarios mineros se encuentra a niveles prepandemia e incluso en algunos casos por encima. En ello, podemos afirmar también que esta reactivación minera no se hubiera podido lograr sin la respuesta efectiva y soporte oportuno de la correcta cadena de proveedores que labora en el Perú junto al sector.
En ambos escenarios, el auspicioso del año 2019 y el complejo del año 2020, los desafíos superados y los logros alcanzados han requerido sin lugar a dudas de un sector de proveedores en el Perú que opera también con sus particularidades, capacidades y una resiliencia especial. Vale la pena mencionar que la cadena de valor de los proveedores del sector minero peruano resulta por demás amplia y diversa, puesto que involucra aspectos tales como alojamiento, lavandería, alimentos, energía, construcción, salud, seguridad, transportes, insumos, combustibles y lubricantes, maquinarias, equipos, explosivos, reactivos, metalmecánica, auditorías, servicios generales, etc.
Así, en el primer escenario, este grupo de empresas trabaja arduamente para atender apropiadamente los requerimientos y necesidades de las operaciones mineras para que puedan obtenerse las cifras del 2019 señaladas líneas arriba -que incluso permitieron superar el récord histórico de producción de cobre en el Perú-; asimismo para permitir que los proyectos de construcción de mina vayan cumpliendo sus trabajos y cronogramas, como ha venido siendo el caso hasta que aterrizara la pandemia del Covid-19 en marzo pasado en nuestro territorio. En el segundo escenario, la reactivación minera muestra resultados efectivos conseguidos en forma gradual, progresiva y segura, por el propio sector operativo en conjunto con su cadena de proveedores, habiendo trabajado mutuamente en afrontar retos y superar desafíos en este modo de trabajo bajo pandemia. Y ello, considero ha involucrado: (i) proteger al personal -antes, durante y después de estar en mina-; (ii) desmovilizar gran número de colaboradores inicialmente; (iii) implementar trabajos remotos; (iv) elaborar planes de prevención y cuidado sanitario; (v) ejecutar protocolos en sus unidades; (vi) conseguir, gestionar y trasladar aprovisionamientos, bienes e insumos; (vii) gestionar relevos de guardia y sostenerlos; y, (viii) resguardar y ayudar a las personas de las zonas aledañas a las operaciones.
En el corto plazo, los mayores retos y desafíos que acompañarán el desarrollo minero en el Perú y que, por ende, afectará la cadena de valor de proveedores del sector, estarán vinculados a los aspectos siguientes: aumentos en costos operativos, dificultades para la implementación de medidas de seguridad y protocolos de salud, posibles paradas o suspensiones de operaciones, eventuales caídas de producción, menor disponibilidad de personal ante contagios y/o por restricciones de traslado o inmovilizaciones, incremento de conflictividad social por problemas o carencias sanitarias en zonas aledañas a las operaciones.
En el largo plazo, los retos y desafíos continuarán por la senda de la permisología y la conflictividad, en que importarán elementos relevantes para el sector de proveedores que incluyen: aportar y contribuir con la sostenibilidad, la innovación, la tecnología, las soluciones digitales y, en particular, colaborar en dinamizar las economías locales y promover emprendimientos empresariales; para ello iniciativas como impulsar el desarrollo de clusters o hubs vinculados a la minería pueden resultar muy significativos y coadyuvar en el objetivo mayor. En tal sentido, se debe recordar que la actividad minera en su conjunto es uno de los pocos sectores productivos que se desarrolla en lugares por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar, bajo climas extremos, en lugares por lo general con menor desarrollo económico y que, por cada empleo directo que genera esta actividad, se generan 6.25 empleos indirectos, según estimados realizados por el Instituto Peruano de Economía -IPE- en un estudio difundido el año 2017.
En conclusión, considero que el Perú cuenta no sólo con un potencial geológico de minerales y una cartera de proyectos de exploración y explotación que se alinean con dicho potencial para seguir generando valor económico para su población; sino también con gran talento humano conocedor del quehacer minero y una importante cadena de proveedores que es clave para el desarrollo del sector en beneficio del país; involucrando su participación una activa incidencia en temas como la mejora en costos de producción y el bienestar en las zonas aledañas en donde operan, que son por demás sumamente relevantes para continuar confiando en que el Perú pueda consolidarse como una plaza atractiva para inversiones sostenibles en minería; pero también para pensar en un mayor desarrollo del ecosistema de proveedores mineros peruanos para convertirse en un actor importante en el escenario mundial aportando sus capacidades, conocimientos y talento.