Perú fue uno de los países que adoptó las medidas más estrictas frente a la pandemia, según el Índice de Rigurosidad de la Respuesta Gubernamental de la Universidad de Oxford. Además, los Informes de Movilidad Local de Google mostraron una mayor reducción de visitas a tiendas y lugares de entretenimiento entre marzo y junio, en relación con sus pares de Latinoamérica.
La paralización de la mayoría de las actividades económicas generó que el PBI sufra una contracción de 29.8% durante el segundo trimestre del año. Así, el Perú se ubicó entre los países más afectados de la región. En abril, se mostró el mayor pico negativo, en el que la economía peruana se contrajo en 39.2%, muy por encima de las caídas en Argentina (-25.4%), Colombia (-20.5%), México (-20%), Brasil (-14.7%) y Chile (-14.3%).
Al inicio, la reactivación económica del país fue más gradual que en otros países de la región. El gobierno dispuso una estrategia de reinicio de actividades productivas de cuatro fases a partir de mayo, a un ritmo de una fase por mes para las tres primeras. Durante los primeros meses de la reactivación, se registraron demoras en la aprobación de los protocolos de bioseguridad, lo que limitó el reinicio de las actividades de diversas empresas de los sectores autorizados.
Sin embargo, durante los últimos meses, la economía peruana ha registrado mejores tasas de variación interanual, equiparando los resultados de las demás economías de Latinoamérica. En octubre, la caída interanual del PBI peruano fue de 3.8%, menor a la registrada el mismo mes en Colombia y México (-4.5% y -5.3%, respectivamente), aunque mayor a la de Brasil (-2.6%) y Chile (-1.2%).
Estos resultados arrojan una recuperación económica más rápida de lo prevista, de modo que el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) ha ajustado sus proyecciones de crecimiento anual en 2020 de -12.7% en setiembre a -11.5% en diciembre. Este repunte se explicaría por los estímulos sobre el gasto, las medidas para la expansión del crédito, la reanudación de proyectos de inversión y el repunte de la confianza empresarial y de los consumidores.
Asimismo, los programas de créditos con garantías estatales -más grandes que en los de otros países de la región- han permitido la reducción del costo del financiamiento y han provisto de liquidez a las empresas, lo que ha evitado parcialmente la interrupción de la cadena de pagos. Así, el crédito al sector privado se incrementó de manera considerable desde mayo y llegó a su máximo interanual en agosto (14.7%). En noviembre, el Perú registró una expansión de la liquidez de 24.2%, por encima de Brasil (16.5%), México (12.6%) y Chile (5.9%).
El sector construcción es uno de los que lidera la recuperación al lograr una tasa de crecimiento positiva de 8.8% en octubre, luego de caer en 66% durante el segundo trimestre del año. También contribuyó la recuperación de la inversión pública que, desde octubre, registró tasas positivas por primera vez desde el inicio de la pandemia. Además, la producción minera mostró una menor contracción en el tercer trimestre respecto al segundo, aunque se mantiene en terreno negativo.
En línea con la mayor actividad económica, la confianza empresarial a tres meses se ha recuperado y se encuentra nuevamente en el tramo optimista desde octubre. La recuperación de este indicador es particularmente importante por su estrecha relación con la inversión privada, que representa alrededor del 80% de la inversión del país y es la principal generadora de empleo.
Perspectivas 2021
Según las proyecciones de los bancos centrales, el PBI del país se contraería menos que en Argentina (-11.6%), pero más que en México (-8.9%), Colombia (-7.6%), Chile (-6.0%) y Brasil (-4.4%). No obstante, a la par con la mayor caída, el Perú se recuperará a un mayor ritmo que sus pares regionales en 2021, alcanzando una tasa de crecimiento de 11.5%. Se espera llegar a niveles de producción similares a los de 2019 en 2022.
Sin embargo, existen algunos elementos que añaden incertidumbre. Por un lado, la fortaleza de las finanzas públicas del país, que sentaron las bases de la reactivación económica, se podría ver deteriorada por las medidas propuestas por el Congreso en los últimos meses que afectarían las arcas fiscales y potencialmente la calificación crediticia. Por otro lado, las tensiones entre el Ejecutivo y Legislativo han evidenciado la debilidad institucional del país y erosionado el clima de inversiones.
Las elecciones generales del 2021 también son relevantes para la recuperación del 2021 y 2022; y, finalmente, demoras en la obtención de la vacuna contra el COVID-19 retrasarán la normalización de las actividades económicas.