A diferencia de lo que ocurre en otras actividades económicas, la industria minera debe recurrir a instituciones especializadas para financiar el desarrollo de sus planes y proyectos.
La razón: los múltiples riesgos que esta industria debe enfrentar para ejecutarlos, así como la ya conocida hipersensibilidad que los dueños de los capitales requeridos para lograrlo -los inversionistas- tienen ante esos riesgos y ante la incertidumbre que ellos provocan.
Sin embargo, la creciente expansión de la minería a nivel global, y los ingentes volúmenes de capitales que lo sustentan, demuestra que los consiguen. Pero, ¿dónde, cómo y en qué condiciones? En el presente informe se lo contamos.
La minería es una actividad económica cuyo desarrollo depende de variables que, en estricto, no
controla. Por ello, y con razón, la minería forma parte de la pequeña lista de negocios globales en que la inversión de capitales está estrechamente asociada a una palabra: riesgo.
Y es que, por lo demás, en su desenvolvimiento la minería no solo debe hacer frente a un riesgo concreto, sino a varios; e incluso, por lo general, al mismo tiempo. Entre los principales riesgos
podemos enumerar la volatilidad de los precios internacionales de los minerales, los riesgos políticos, eventos de inestabilidad económica, mercados cambiantes, condiciones geográficas adversas o la simple inviabilidad de un proyecto ante la inexistencia de recursos suficientes para hacer rentable su explotación.
Los riesgos de esta actividad, entonces, son numerosos. Y, en consecuencia, la búsqueda de capitales para el desarrollo de los proyectos mineros se realiza mayormente en circuitos financieros especializados, habituados a gestionar inversiones con altos niveles de incertidumbre. Estos funcionan principal mente a escala global -aunque también local-, y la facilidad para el acceso a ellos está determinado por el origen y alcance del proyecto y sus impulsores.
Hace solo un par de décadas atrás, las alternativas para el financiamiento de este tipo de emprendimientos se limitaban básicamente a dos: el aporte directo de capital por parte de inversionistas -individuales o institucionales-; y el ‘levantamiento’ de capitales en las bolsas de valores.
Sin embargo, como consecuencia de la globalización económica -que ha simplificado e impulsado la movilidad de capitales en todo el mundo-, en las últimas dos décadas se he producido no solo
un intenso desarrollo de los antiguos instrumentos de inversión, sino el surgimiento de otros nuevos.
De hecho, podemos afirmar que, a la fecha, no existe ningún emprendimiento de la gran minería, controlada por operadores globales, que no cuente con capital obtenido a través de estos esquemas de financiamiento, ya sean tradicionales o nuevos; y a ellos se vienen sumando cada
vez más proyectos de mediana minería, gestionados por alianzas de socios locales y globales.
FUENTES DE FINANCIAMIENTO ‘TRADICIONALES’
De acuerdo con el estudio ‘Bankers’ perspective of mining project finance’, publicado en el 2020 por The Journal of The South African Institute of Mining and Metallurgy, los desarrolladores de proyectos mineros cuentan con los siguientes mecanismos de financiamiento tradicionales.
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- Préstamos corporativos (corporate loan o business loan). Consiste en que una entidad financiera -generalmente especializada en el mercado minero- le presta al gestor del proyecto dinero para financiar su desarrollo. A cambio, la entidad exige garantías para asegurar el pago del crédito otorgado, lo que en el caso de las compañías mineras no solo comprende su producción futura, sino otros instrumentos (garantías bancarias o cartas de crédito) y activos de la compañía o de sus accionistas, como prendas sobre sus acciones o las de sus compañías asociadas.
- Project finance. Comprende paquetes de financiación para necesidades específicas de desarrollo de un proyecto, lo que previamente implica su determinación detallada. En este caso, la principal fuente de pago del financiamiento se basa en los rendimientos del proyecto, así como garantía relacionadas a sus activos, derechos sobre los contratos, derechos económicos e intereses. Este instrumento se utiliza con el propósito concreto de desarrollar el proyecto salvaguardando a la compañía principal de los riesgos de ejecución.
Lea el informe completo en nuestra edición 165 de Rumbo Minero, aquí.
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