En regiones como Cusco, estas diferencias se ubican por encima de los 15 puntos porcentuales, afectando más a los hogares en condición de pobreza.
La inflación anualizada registró una reducción importante en junio al llegar a 6.71%, su nivel más bajo en 16 meses. Sin embargo, a pesar del adecuado manejo por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), la inflación lleva dos años por encima de la meta que maneja la institución (entre 1% y 3%). La alta inflación es una fuente de preocupación para la economía peruana, en especial para las familias más vulnerables.
Al respecto, a partir de la colaboración de Diego Winkelried del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) junto a la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES), se identificó cuán variados pueden ser los efectos de la inflación según la condición de pobreza. Por ejemplo, en esta cooperación se halló que la inflación experimentada entre el 2021 y lo que va del 2023 por un hogar no pobre ni vulnerable fue en promedio 7% anual, la cual se ubicó en más del 9% anual para un hogar en condición de pobreza.
En años previos, el BCRP realizó el trabajo de controlar la inflación y mantener la estabilidad de los precios, a fin de que los ciudadanos no pierdan su poder adquisitivo.
“De hecho, desde que el BCRP adoptó la meta de inflación en 2002 hasta antes de la pandemia, la inflación se mantuvo baja y afectaba a los peruanos indistintamente. Es decir, no se veían mayores diferencias entre la inflación que vivían los ciudadanos en condición de pobreza en comparación con aquellos no pobres ni vulnerables”, señaló Paola del Carpio, coordinadora de Investigación de REDES.
Tras la llegada de la pandemia, distintos factores internacionales han provocado que los precios se disparen en todo el mundo de forma persistente, principalmente los precios de los alimentos (inflación alimentaria).
Así también, componentes locales como los conflictos sociales y factores climáticos impactaron en estos resultados. Ello resulta preocupante porque afecta en mayor medida a las personas en condición de pobreza, siendo el grupo poblacional que destina un mayor porcentaje de su gasto a su alimentación.
Según estimaciones de Winkelried, en promedio, un pobre y un pobre extremo destinan aproximadamente entre el 49% y 52% de su gasto solo a alimentación, respectivamente. Esta proporción varía en las diferentes regiones a nivel nacional, donde en algunos casos el uso del gasto en alimentación es incluso más intenso.
“En tanto el fenómeno inflacionario iniciado a mediados de 2021 ha sido liderado por el precio de los alimentos que afecta más a los más pobres, la inflación ha afectado desproporcionadamente más a estos ciudadanos», dijo.
«Por ejemplo, en el departamento de Cusco, la diferencia del impacto de la inflación entre no pobres ni vulnerables versus pobres extremos alcanzó los 17 puntos porcentuales en enero, durante las protestas de inicios de 2023. Esto se debe a que, mientras el primer grupo destina solo el 27% de su gasto a alimentación, el segundo destina más del doble (61%)”, destaca Winkelried.
Algo similar ocurrió en Piura, donde la diferencia entre las inflaciones percibidas entre los no pobres ni vulnerables en relación a los pobres extremos llegó a 6 puntos porcentuales en mayo del 2023. Esto sucedió poco después de que el ciclón Yaku afectara la producción de alimentos en la región. Sin embargo, en este caso la proporción del gasto destinado a alimentación por las personas en condición de pobreza extrema (51%) es menor que en Cusco.
En ese marco, el investigador Winkelried señala que “el trabajo del BCRP se ha orientado a reducir la inflación impactada por componentes internacionales y locales, y a proteger el poder adquisitivo de los ciudadanos”. A diferencia de otros países como Colombia y Chile –cuyas tasas de inflación cerraron en el 2022 en 13.1% y 12.8%, respectivamente–, el Perú cerró con 8.56%.
“Mantener la inflación controlada y, con ello, preservar la estabilidad de la moneda, beneficia más a los más pobres”, señala el especialista del CIUP.
En esa línea, hace recordar que, entre el 2004 y el 2019, la inflación promedio fue de 2.8% –la más baja de América del Sur– y la pobreza se redujo en 40 puntos porcentuales.
Con estos resultados, del Carpio enfatizó que el impacto más alto en los hogares pobres y pobres extremos resalta la importancia de la acción focalizada del Estado para atender a esos grupos, junto con la continuación de la labor del BCRP para mantener la estabilidad de la moneda.