La combinación de una alta inflación global y condiciones financieras más restrictivas, a las que se suma un mayor estrés financiero provocado por los temores de una recesión mundial, limitarían el avance de la economía peruana en lo que resta del 2022 y el 2023.
El dinamismo de la economía peruana se vería impactado en lo que resta del año y en el 2023, debido a la presencia de un entorno internacional menos favorable.
Las perspectivas de crecimiento de la economía global se han deteriorado a partir de la combinación de una alta inflación y condiciones financieras más restrictivas. Por un lado, la propagación de la inflación durante la primera mitad del 2022 hacia el resto de los bienes y servicios de la canasta básica ha deteriorado la capacidad adquisitiva de los hogares. Con ello, la inflación subyacente alcanzó su tasa más alta desde 1991 en este segundo trimestre (4.6%), según J.P. Morgan.
Este escenario motivó a que los bancos centrales del mundo retiren los estímulos monetarios implementados al inicio de la pandemia a un ritmo no observado desde hace varias décadas en las economías avanzadas.
Y sobre este panorama de una política monetaria más restrictiva, se suma un mayor estrés financiero provocado por los crecientes temores de una recesión mundial. Este se refleja en el incremento de los costos de financiamiento globales y la significativa corrección a la baja en los precios de acciones, activos de países emergentes y materias primas.
Todos estos factores, principalmente, impulsaron que el Fondo Monetario Internacional (FMI) reduzca recientemente sus proyecciones de crecimiento mundial de 3.6% a 3.2% para el 2022 y de 3.4% a 2.9% en el 2023.
Riesgos en Perú
Ante esta situación, en el plano nacional, uno de los riesgos que aparecen es la demanda comercial. En escenarios previos de menores crecimientos globales, el Perú registró menores exportaciones de bienes y servicios, explicados por la reducción de las importaciones de China y la Zona Euro, que representan cerca del 50% del valor total de los envíos comerciales del país al exterior.
Otro riesgo para el país es el retroceso de las cotizaciones internacionales de materias primas en los últimos meses. Por ejemplo, el precio del cobre, que representa alrededor del 30% del valor total de las exportaciones, acumula una caída de casi de 26% desde el pico alcanzado en marzo del 2022. La experiencia en el caso peruano muestra que este tipo de correcciones pueden conducir a potenciales desbalances macroeconómicos (implicancias sobre las finanzas públicas y las cuentas externas) y, además, reducir el crecimiento de la economía mediante una menor inversión privada.
Así, estos eventos configuran un escenario menos favorable para el crecimiento del Perú. Se estima que entre el 50% y 65% del crecimiento del PBI peruano se encuentra explicado por factores externos, proporción que se habría reducido en las últimas décadas, afirman estudios.
De esta manera, el menor dinamismo en la demanda de los socios comerciales, la caída de los precios de los productos de exportación más relevantes y las condiciones financieras globales más restrictivas, limitarán el avance de la economía peruana en lo que resta del 2022 y el 2023.