Columna elaborada por: Dr.-Ing. Christian Bruch, President and Chief Executive Officer of Siemens Energy AG
Alemania ha votado. Es posible que el resultado esté cerca, pero lo que menos necesitamos ahora es el cálculo politico-partidista. El objetivo debe ser formar un gobierno capaz de actuar lo antes posible y que combine las distintas competencias. Hay muchas tareas importantes por delante que un solo partido no puede resolver, y esto se refleja también en los votos del electorado. Los futuros partidos gobernantes deben demostrar que la protección del clima y la transición energética no son sólo temas de campaña electoral. Para alcanzar los objetivos climáticos del arcuedo de París, necesitamos una política climática y energética mucho más ambiciosa. Y más rápida. Al mismo tiempo, hay que equilibrar el suministro de energía, la competitividad de la industria alemana y la cohesión social. ¿Cómo puede lograrlo la nueva coalición de gobierno?
La herramienta de dirección más importante en el camino hacia la neutralidad climática es la fijación de tarifas para CO2. Cada tonelada ahorrada cuenta cuando se trata de reducir las emisiones. Lo que se necesita es una combinación de requisitos, señales de tárifas específicas y cuotas para cada sector, que proporcionen un incentivo económico para la transformación sin sobrecargar a los consumidores y a la industria. Los ingresos procedentes de la fijación de tarifas de CO2 deben utilizarse íntegramente para eximir a las fuentes de energía renovables de gravámenes y recargos, contribuyendo así a aliviar la carga.
Durante la campaña electoral, hubo llamados unánimes a una expansión más rápida y consistente de la generación de energía renovable. Ahora las palabras deben ir seguidas de los hechos. La creciente demanda de energía debe satisfacerse con una mayor electrificación en la movilidad, industria y edificaciones. Esto sólo funcionará con requisitos de planificación simplificados, procedimientos de aprobación masivamente acelerados, áreas de expansión adicionales en tierra y mar, una expansión más rápida de la red eléctrica y la importación de energía renovable en forma de hidrógeno y combustibles verdes.
Esta vía no funcionará sin soluciones de transición. El carbón sigue constituyendo la mayor parte de nuestro proceso eléctrico. Esto debe cambiar rápidamente. Al mismo tiempo, es necesario un suministro de energía confiable, incluso cuando el sol no brilla o el viento no sopla. Con las centrales de generación de gas, podemos garantizar eficazmente la seguridad del suministro incluso cuando aumenta la demanda. En comparación con el carbón, la electricidad a gas ya reduce las emisiones hasta en dos tercios. Y lo hace de forma inmediata. Gracias a su capacidad para usar hidrógeno, estas centrales también pueden ser convertidas de forma rentable y seguir utilizándose sin CO2 si se dispone de hidrógeno renovable en cantidades suficientes. El nuevo gobierno debe crear las condiciones adecuadas para que las inversiones en soluciones de transición también tengan sentido desde el punto de vista económico.
Por último, la transición energética necesita más del mercado nuevamente. El apoyo gubernamental es importante para estimular las tecnologías, pero no puede sustituir a la inversión privada en el largo plazo. En lugar de un exceso de regulación y de microgestión gubernamental, el gobierno debería crear un marco con objetivos e incentivos claros en el que prevalezcan las mejores ideas, las tecnologías más innovadoras y eficientes y los modelos de negocio más favorables para el cliente.
Conclusión: La campaña electoral ha terminado y ahora los partidos políticos deben demostrar en las negociaciones de la coalición que se toman en serio la transición energética. Esto incluye una mayor honestidad en el debate: la transformación implicará dolorosas restricciones y, al menos al comienzo, también costará puestos de trabajo. Sin embargo, debemos conseguir que la gente nos acompañe en este camino, pues de lo contrario, la factura será aún más costosa para las generaciones futuras. Alemania debe crear un entorno de confianza y favorable para la inversión, incentivándola a largo plazo y fomentando así la competitividad de la industria alemana. El nuevo gobierno tiene mucho trabajo por hacer: el tiempo se acaba.