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CCL: Sector Minería e Hidrocarburos lidera el rendimiento laboral en el país

Estudio de IEDEP de la CCL revela que Moquegua encabeza el índice de productividad laboral por departamentos, mientras que Cajamarca, Amazonas, Huánuco, San Martín, Puno y Huancavelica figuran en los últimos lugares.

La cuantificación de la productividad laboral (PL) es esencial para evaluar el crecimiento económico, la competitividad y eficiencia de un país. Esta información debe ser analizada con la mayor desagregación posible, desde un punto de vista sectorial, regional y evaluando también la productividad tanto de los trabajadores formales e informales.

Para la elaboración del presente informe, el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) calculó la productividad laboral, tomando en cuenta el Producto Bruto Interno (PBI) expresado en términos reales y el empleo total, dividido entre formal e informal, hasta el año 2022.

Los datos fueron tomados del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y las estimaciones de informalidad a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO). De esta forma se obtuvo estimaciones de la productividad laboral de un trabajador formal e informal clasificado por actividad económica y por los departamentos del país entre los años 2019 y 2022.

La productividad laboral en términos reales de 2022 se expandió en apenas 0,16% respecto a 2019, previo a la pandemia, cayendo en los dos últimos años y con la proyección de otra reducción para 2023. Hay que tomar en cuenta que el PBI total se ha reducido en 0,6% entre enero y julio del presente año.



A nivel sectorial, se observa que en la mayoría de los sectores, la productividad laboral se contrajo en al menos dos de los últimos tres años. Si comparamos 2022 con 2019, solo se incrementó en los rubros Agropecuario y Pesca (3,8%) y Otros Servicios (12,4%).

No obstante, aún no recupera sus niveles de prepandemia en Minería e Hidrocarburos (-16,4%), Manufactura (-2,4%), Construcción (-4,4%), Comercio (-0,5%), Transporte y Almacenamiento (-9,7%) y Alojamiento y Restaurantes (-16,2%).

Si hacemos una comparación de productividad laboral entre sectores, veremos que la mayor productividad se encuentra en Minería e Hidrocarburos y el resto alcanza solo una fracción de dicho valor, como es el caso de otros Servicios (17,2%), Manufactura (15,8%) y Construcción (10,2%). Más alejados se encuentran Comercio (6,1%) y Alojamiento y restaurantes (4,1%).

Trabajador formal e informal

Hay una marcada desigualdad entre la productividad laboral de un trabajador formal e informal. Esto obedece a diferencias en conocimiento, capacitación, acceso a tecnología, hasta motivación y compromiso. La brecha en productividad entre ambos trabajadores varía entre actividad económica y ubicación geográfica.

La productividad laboral promedio de un trabajador formal es 7,2 veces la correspondiente a un trabajador informal. Dicho indicador llegó a un tope de 8,0 en 2020 y viene disminuyendo paulatinamente, acercándose a su promedio histórico de 5,8.

Si hacemos la comparación por actividad económica, cabe destacar que en Minería e Hidrocarburos la productividad del trabajador formal es 92,1 veces la de un informal. En el caso del sector Agropecuario y Pesca, el trabajador formal tiene una productividad laboral de 2,8 veces en comparación con el informal. Un resultado similar se obtiene en Alojamiento y Restaurantes, donde la relación es de 2,0.

Luego hay cuatro actividades con brechas algo similares, en Manufactura (6,9 veces), Construcción (7,7 veces), Comercio (5,6 veces) y Transporte y Almacenamiento (6,0 veces).

Productividad laboral por departamentos

La productividad laboral en Moquegua es la más alta entre los 24 departamentos del país. Es el doble respecto al segundo departamento, Ica, y 3,5 veces del promedio del país. Lo que explica la alta productividad laboral de Moquegua es su reducida población y su Población Económicamente Activa (PEA) en comparación con el resto del Perú y el que la minería sea su segunda actividad económica más importante, ya que aporta alrededor del 25% de su PBI.

El primer cuartil se completa con Arequipa, Tacna, Lima y Áncash. La brecha en productividad entre el primero y el último de estos departamentos es de 2,8 veces.

En el segundo cuartil se encuentran Pasco, Cusco, La Libertad, Apurímac, Junín y Tumbes, con una productividad laboral equivalente al 48,5 % del primer cuartil. Al igual que Moquegua, Pasco destaca en este grupo con una mayor productividad laboral por tener una PEA pequeña y debido a que la minería es el sector que aporta más del 50 % de su PBI. La brecha dentro de este cuartil se reduce hasta 1,5 veces entre Pasco y Tumbes.

Para el tercer cuartil, la productividad laboral promedio es del 35,8 % del primero. Aquí las productividades son más homogéneas, donde Piura se encuentra en el primer lugar y tiene una productividad laboral que es 40% superior a la de Ayacucho, último departamento dentro del tercer cuartil. Además, se ubican Madre de Dios, Lambayeque, Loreto y Ucayali.

Los departamentos con más baja productividad laboral se ubican en el cuarto cuartil. Estos son Cajamarca, Amazonas, Huánuco, San Martín, Puno y Huancavelica, quienes tiene una productividad promedio equivalente al 25,2% a la del primer cuartil. Hay una menor dispersión entre ellos con una brecha de 1,2 veces entre el primero y el último.

Los resultados muestran una gran diferencia en la productividad laboral al comparar actividades económicas, regiones y trabajadores formales e informales. Son distintas razones las que explican estas brechas, como el uso de la tecnología, o altas inversiones en capital físico, lo que eleva la eficiencia y productividad en determinados sectores económicos en comparación con otros. También pueden deberse a la presencia de economías de escala o la disponibilidad de recursos naturales.

Para reducir las brechas de productividad laboral y, por ende, en los ingresos de los trabajadores, se necesitan proporcionar programas de educación y capacitación permanente, así como promover la adopción de tecnologías, sobre todo en aquellos sectores de menor productividad. Indudablemente, se requiere también un impulso de la inversión privada y pública para reducir la brecha de infraestructura física y social de modo que se genere mayor competitividad y productividad, lo que será transversal a todos los sectores económicos.

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