Para Carlos Gálvez, «parece que olvidamos que el Perú tiene la potencialidad formidable de reemplazar a Chile como primer productor de cobre».
Por: Carlos E. Gálvez Pinillos, Expresidente de la SNMPE
Recuerdo con aprecio las palabras de nuestro catedrático, el Dr. Orestes Rodríguez, quien nos repetía que para estudiar y triunfar “se necesitaba pan frío y asiento duro”. Esto significa “tener hambre de gol” y ganas de éxito, ya que, sólo así, vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo.
El Perú después de un ciclo económico exitoso de más de dos décadas, perdió el hambre de gol y las necesidades urgentes de éxito económico. Las generaciones jóvenes dieron por sentado el éxito y sus mejores condiciones de vida y bajaron la guardia, cesaron en el empeño por seguir creciendo y superándose, y se dejaron llevar por “los cantos de sirena”, que les indicaba que se merecían todo y que era el tiempo de igualar entre los distintos niveles socioeconómicos, a partir de la gestión del Estado.
Lo dicho, nos ha hecho olvidar la obligación social de maximizar nuestro crecimiento y optimizar el uso de nuestras potencialidades.
Hemos obstaculizado la recuperación del turismo con conflictividad social
El crecimiento de agroexportación, modificando la ley de fomento que la impulsó
En minería, con exigencias ambientales infinitas y permisos cada vez más complicados.
Pareciera que los legisladores y el ejecutivo no conocen la “Ley de Rendimientos Decrecientes”, la que verifica que, un permiso o certificación adicional, agrega cada vez menos valor y en nuestro caso, ya lo destruye.
Parece que olvidamos que el Perú tiene la potencialidad formidable de reemplazar a Chile como primer productor de cobre.
Recordemos que mientras Chile, con una producción de 5.5 millones de toneladas/año de cobre, está sufriendo para sostenerlas, el Perú cuenta con un portafolio importante de proyectos, que nos permitiría, con minas nuevas, con tajos menos profundos, menores desafíos de ingeniería y operativamente más simples por estar en etapas iniciales, alcanzar o superar los 5 millones de toneladas/año.
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Según CESCO (Centro de Estudios del Cobre), CODELCO en Chile (su mayor productor) llegó a su pico máximo de producción (1.8 millones de toneladas/año) y reservas, nivel que le es cada vez más difícil sostener en minas cada vez más viejas, con leyes menores, complejidades operativas en tajos cada vez más profundos, habiendo llegado incluso a convertir el tajo Chuquicamata en una operación subterránea para hacerla sostenible.
Este esfuerzo, les demanda inversiones crecientes (entre US$3,500 millones al año hasta US$6,000 millones al año, si se cumplieran los presupuestos) sólo para mantenerse.
Mientras tanto, inversiones anuales de esa magnitud, permitirían al Perú crecer año a año, para duplicar nuestra producción. Ni qué decir de los crecientes desafíos de ingeniería de esas minas con más de 50 años de intensa explotación, en comparación con los de nuestros nuevos depósitos.
Por las razones dadas, la deuda de CODELCO es creciente, ya a la fecha suma US$18,000 millones, pero apuntando a, entre US$30,000 o US$35,000 millones para el final de la década (sólo los intereses significan ahora US$1,100 millones/año y llegarían a US$2,000 millones/año), lo que agobia a una empresa estatal, que tiene un capital de US$11,700 millones, especialmente cuando sus costos más recientes alcanzan a US$3.95/lb de cobre y el precio de estos últimos seis meses ha fluctuado entre US$4.12/lb y 3.57/lb.
Esto nos debe llevar a algunas reflexiones:
- Debemos impulsar con urgencia nuestros proyectos mineros, no sólo para ser los primeros productores, sino para que nuestra competitividad, por menores costos, nos permita aprovechar el nuevo super ciclo de precios, debidamente posicionados para optimizar beneficios.
- Debemos aprender de la lección chilena, pues queda claro que los riesgos empresariales no los debe correr el Estado, quien está viendo crecer su deuda pública, frente al dilema de sostener operaciones o vender activos, justo cuando se desvalorizan por falta de competitividad.
- Esta lección es aplicable a toda la gestión del Estado y últimamente, cae a pelo en las decisiones sobre contratos de explotación petrolera.
- En Teoría Económica se verifica, que el comportamiento empresarial es diferente, dependiendo si es conducido por sus accionistas (maximizan rentabilidad), si es conducido por gerentes independientes (maximizan tamaño de operaciones, pues los hace más importantes), si es conducido en cooperativas (maximizan el ingreso medio) y así sucesivamente. Por ello, la máxima rentabilidad, se traducirá en más tributación y mayor redistribución del ingreso.
- Revisando casos de empresas estatales extractivas, se verifica que estas minimizan las exploraciones para maximizar “flujo de caja libre” (“milk the cow”), típico de los gobiernos de izquierda, con lo que caen las reservas, tal como se verifica en el caso del gas boliviano y como pareciera estar ocurriendo con CODELCO.
Debemos pues impulsar nuestros proyectos y estar atentos a lo que dice la teoría económica, a lo que se verifica en la práctica y estar predispuestos a aprender de esas lecciones, antes que tengamos que sufrir sus consecuencias.