Refinerías europeas enfrentan caída de demanda por electrificación y transición energética.
Reuters.- Las refinerías de petróleo europeas tendrán que adaptarse a la transición energética o se enfrentarán a un mayor riesgo de cierre de aquí a 2035, según afirmó un grupo de ejecutivos en la Cumbre Mundial de Materias Primas del Financial Times celebrada el lunes en Lausana.
Las refinerías europeas deben hacer frente a una caída de la demanda de combustibles de carretera a medida que la electrificación y la legislación sobre transición energética transforman los mercados energéticos, impulsando también el crecimiento de las inversiones en biocombustibles y combustibles alternativos.
«Dentro de 10 años, la mayoría de las refinerías habrán optado por la biorrefinería o habrán llevado a cabo la electrificación y el cambio de combustible a hidrógeno y combustibles bajos en carbono», declaró Ruth Herbert, Directora de Essar Energy Transition.
«Las refinerías serán mucho más complejas en términos de materias primas, pero no en términos de complejidad operativa», afirmó Antonio Joyanes, de la española Moeve, antigua Cepsa, quien añadió que las refinerías tendrán que acostumbrarse a una mezcla de combustibles que incluya e-combustibles, combustibles fósiles y biocombustibles.
Joyanes también dijo que Moeve había considerado detener el procesamiento en una de sus columnas de destilación en sus escenarios futuros, sin especificar a cuál de sus refinerías correspondería.
Rentabilidad de las refinerías
Las refinerías europeas se enfrentaron a unos márgenes de beneficio más débiles el año pasado, después de que la recuperación posterior a COVID y las medidas de seguridad energética tras las sanciones generalizadas a Rusia impulsaran los márgenes en 2022-2023.
La rentabilidad de las refinerías europeas también se ha visto presionada por la entrada en funcionamiento de refinerías más nuevas y modernizadas en África y Oriente Medio en los últimos años, lo que ha acelerado los cierres en Europa.
La única refinería de Escocia, la de Grangemouth, se convertirá en una terminal de importación de combustible, y la planta alemana de Shell, Wesseling, dejará de procesar crudo.