Vaca Muerta, uno de los mayores reservorios mundiales de hidrocarburos no convencionales, se ha convertido en un imán para multinacionales como Shell y ExxonMobil y su desarrollo masivo, aún en pañales, promete ser clave para el futuro económico de Argentina.
La gigantesca formación, que ocupa 30,000 kilómetros cuadrados del suroeste del país, con epicentro en la provincia de Neuquén, sumó en 2018 inversiones por US$ 4,000 millones, desembolsos que este año ascenderían a US$ 7,491 millones.
Vaca Muerta comenzó a estar en boca de todos en 2011, cuando YPF, la mayor petrolera de Argentina y por entonces controlada por la española Repsol, anunció un hallazgo significativo de reservas.
La expropiación a Repsol hizo decrecer la inversión privada en detrimento de la de YPF, una tendencia que comenzó a revertir en 2015.
Con el interés internacional en alza, el año pasado -pese a que la economía argentina entró en recesión- fue decisivo para el desarrollo de varios proyectos dentro de la formación, que se extiende por cuatro provincias argentinas.
La ola de anuncios no se detiene: en mayo la angloholandesa Shell anunció que invertirá 3.000 millones de dólares en cinco años para el desarrollo masivo de tres áreas de Vaca Muerta que hasta ahora eran solo de exploración.
Y hace tres semanas la estadounidense ExxonMobil comprometió desembolsos por US$ 2,000 millones en cinco años para el desarrollo de un área dentro de la formación, ubicada en la cuenca Neuquina.