Mencionó, además, que el Estado se beneficia con una carga tributaria mayor al 50 % de lo obtenido por la empresa minera.
En la minería, la etapa productiva es aquella a la que todos los inversionistas quisieran llegar, porque implica que los gastos en exploraciones y las evaluaciones de viabilidad fueron exitosas, es la evidencia de que se venció a la incertidumbre para dar paso a una realidad, lo que era un proyecto hoy es una unidad minera.
Aún persiste la idea -basada en el desconocimiento- que el ser titular de una concesión minera es equivalente a tener una mina o a tener mucha riqueza. No es así. El descubrir un yacimiento económicamente viable implica grandes inversiones y explotarlo es la meta en la
quepocos tienen éxito.
Una unidad minera en producción no solo conlleva la recuperación de las inversiones realizadas para los inversionistas, sino un motor de desarrollo para distritos, provincias, gobiernos regionales y sobre todo para las comunidades circundantes -donde el Estado no llega-. Es crear valor donde antes no había nada o donde si lo había, nadie lo sabía.
Además, el Estado se beneficia con una carga tributaria mayor al 50 % de lo obtenido por la empresa minera y para ello el inversionista ha tenido que disponer de su capital, asumir el riesgo de las exploraciones en zonas inhóspitas, sin servicios y vencer la permisología y la burocracia existente.