Cada vez que el precio del cobre presenta altos niveles como el actual, surge la preocupación por la eventual aparición de productos que puedan funcionar como sustitutos del metal rojo, sin embargo, un reciente estudio de Cochilco descartó que esta situación pueda ocurrir al menos en el corto plazo.
Dicho reporte sostiene que si bien ha habido invenciones que han significado el reemplazo del cobre en áreas determinadas en períodos relativamente acotados -como el uso de aluminio en radiadores o el auge de la fibra óptica en telecomunicaciones-, ha constituido una tendencia que viene presentando una marcada inclinación a la baja en los últimos años.
En este escenario, el aluminio, el sustituto del cobre de mayor conocimiento, registra un nivel de reemplazo relativamente bajo, aun cuando su precio ha estado entre tres y cuatro veces por debajo del cobre en la última década.
Según los datos de la International Copper Association (ICA), las ganancias y perdidas de sustitución del cobre, así como la sustitución neta (pérdidas menos ganancias de sustitución), entre los años 2009 y 2019 han retrocedido desde el 2011 en adelante, pasando de 482 millones de toneladas (1,64% del uso de cobre) a cerca de 284 mil toneladas (0,97%) durante el periodo.
Lo anterior se explica porque los sustitutos ya han sido usados de forma significativa en espacios ocupados por el cobre, acotando sus posibilidades futuras de sustitución. Por otra parte, los sustitutos menos conocidos, como el grafeno o los nanotubos de carbono, aún están en una senda de investigación y desarrollo para reducir su costo y ampliar sus aplicaciones al punto de hacerlos competitivos frente al metal rojo.