El Covid-19 es el nuevo reto que enfrenta el mundo entero. Nadie está preparado, pero sí hay industrias que tienen bases que les servirán para adaptarse mejor. Una de ellas es la minería, que ha consolidado una cultura de seguridad en los últimos años.
La minería puede apoyarse en esta cultura para contribuir con el aislamiento social. La forma cómo opera la actividad minera —lugares remotos, campamentos cerrados, camiones de extracción de un solo conductor y procesos automatizados, entre otros— permite continuar operando y cumplir con la cuarentena. A esto se suman factores como el uso de equipos de protección personal, las constantes capacitaciones, el establecimiento de estrictos protocolos, el uso de nuevas tecnologías y la fiscalización estatal, además del liderazgo desde lo más alto en las organizaciones. Comparado con otros sectores económicos, que incluso operan actualmente, la exposición del trabajador minero al virus durante sus labores es menor, por lo que existe un menor riesgo de contagio y de transmisión.
Hoy la minería en el Perú opera a un nivel mínimo, a diferencia de Australia, Canadá o Chile. Las empresas tuvieron que movilizar a más del 70% del personal minero, casi 100,000 personas, a sus casas en marzo. Después del periodo de cuarentena, la reactivación de la actividad minera debe darse ciertamente bajo estrictos protocolos y controles. Primero, debe filtrarse a los trabajadores de mayor riesgo y, luego, establecer medidas para el traslado del empleado minero de su casa al campamento (y viceversa) y para su período de descanso.
A nivel mundial algunas mineras están optando por reducir la rotación de personal; adquirir escáneres para medir la temperatura del cuerpo y pruebas rápidas; establecer protocolos de distanciamiento social e higiene personal y eliminar buffets en comedores en las minas. Por lo pronto, a nivel local la Sociedad de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) ha elaborado un protocolo sanitario para enfrentar el Covid-19.
Sin embargo, la actividad minera tal vez no vuelva a operar a total capacidad. La nueva capacidad operativa de las minas dependerá de la composición de su fuerza laboral, la disponibilidad de reemplazos, la disposición de los sindicatos, las estructuras operacionales, la configuración de los campamentos, el nivel de automatización de cada operación y los protocolos de aislamiento social. Todo ello requerirá de nuevas e innovadoras soluciones para no perder productividad y competitividad.
Las medidas económicas y financieras del gobierno son necesarias para el corto y mediano plazo, pero no suficientes para el largo plazo. Sin minería, no hay reactivación de la economía peruana ni presupuesto para seguir afrontando esta situación. Es momento que el gobierno y las empresas mineras se sienten para acordar una estrategia que impulse nuevamente al sector. Este esfuerzo requerirá de un claro liderazgo del Minem y mucha coordinación con los otros ministerios. La nueva consigna es lograr un ambiente laboral “cero Covid-19”.
*fuente: Semana Económica
(BQO)