El BCR y analistas especializados subrayan que solo hay en agenda cinco iniciativas mayores a US$1.500 millones
Cada año, desde el 2012, la minería ha puesto en marcha uno y hasta dos proyectos de grandes dimensiones, pero esta racha podría cortarse en el 2016. “Lo que habrá en adelante será una nueva ola de proyectos, pero con menos fuerza de la que hemos visto”, advierte el economista Elmer Cuba, socio director de Macroconsult. La paralización de Conga y la indecisión en torno a Quellaveco (cuya salida se está demorando para más allá del 2017) arrojan un velo de incertidumbre sobre el ‘pipeline’ minero en el mediano plazo.
“Preocupa que no haya muchos grandes proyectos después del 2016”, ha alertado el presidente del Banco Central de Reserva del Perú, Julio Velarde.
¿Por qué deberíamos preocuparnos? Pues, porque cada megaproyecto que tarda en construirse priva al país de un crecimiento cercano a un punto porcentual. Y esto, en circunstancias en que la economía peruana se desacelera, puede resultar determinante.
La inquietud no es por el corto plazo, pues hay cinco grandes proyectos en vías de iniciar producción: Constancia (2014), Las Bambas (2015), la ampliación de Cerro Verde (2016), la expansión de Toromocho (2016 o 2017) y Tía María (2016). La interrogante es qué otros se pueden sumar y aportar puntos decisivos para el crecimiento de la economía.
Carlos Diez Canseco, consultor en minería, observa que la etapa de construcción de infraestructura es la que genera el mayor dinamismo en el sector, pues demanda servicios, maquinarias y obra civil de forma intensiva. “Si eso se desacelera, también lo harán el sector construcción y la industria”, advierte.
HORIZONTE
Los proyectos mineros no escasean en el país. Según el Ministerio de Energía y Minas (Minem), hay 52 con inversiones comprometidas al 2020 por un monto global de US$61.279 millones. Magali Arellano, gerenta de Perú Top Publications, tiene identificados 800 proyectos y prospectos mineros, 380 de los cuales cuentan con algún tipo de estudio ambiental.
El quid del asunto está en que no todos son lo suficientemente grandes (más de US$1.500 millones de inversión) como para mover perceptiblemente la aguja del PBI, según Carlos Diez Canseco. Y esos son los que la minería teme que no podrá desarrollar debido a la debilidad de los commodities y a los conflictos socioambientales.
Así lo advierten los contratistas mineros, quienes miden el pulso de la construcción de proyectos en el país. Carlos Bernal, gerente general de la Asociación de Empresas Contratistas Mineras del Perú (Acomipe), observa una brecha de grandes inversiones en el mediano plazo.
“Lo que hay, y en forma muy lenta, son proyectos que venían siendo peleados desde tiempo atrás, como Tía María o Las Bambas, pero no son proyectos nuevos. Y hay muchos más en cartera que todavía no se ponen en marcha”, señala.
Benami Grobman, ex presidente del Comité de Importadores de Maquinaria y Equipos de la Cámara de Comercio de Lima, también ha reparado en esta carencia de nuevos proyectos.
“Conversando con los importadores del comité, hemos visto que las ventas de maquinaria minera se han reducido. Las hay para infraestructura y carreteras, pero no para minería, porque no hay otros proyectos importantes. Lo que sí está aumentando es la venta de repuestos y servicios de mantenimiento”, apunta.
En efecto, el servicio al cliente (más que la mera venta de productos) se ha convertido en el foco de atención de los proveedores mineros. “Es conocido que los grandes proyectos y expansiones mineras tienen un desplazamiento en el tiempo. Nosotros esperamos con entusiasmo a que se desarrollen. Entretanto, nuestros clientes realizan optimizaciones y mantenimiento estratégico, y es allí donde participamos”, refiere Vicente Magaña, gerente general en el Perú de la suizo- sueca ABB.
CAPEX VS. OPEX
La escasez de grandes proyectos mineros más allá del 2016 afectará de manera significativa a los contratistas mineros, mas no así a los proveedores de soluciones y servicios.
Así lo entiende Karl Maslo, CEO de EXSA. “A partir del 2016 y 2017, los proveedores del lado del Capex (inversión en infraestructura) no se verán beneficiados por la minería, pero los que se encuentren en el lado del Opex (inversión en operaciones) van a gozar de muchas oportunidades por el incremento productivo que se dará en el cobre”, refiere.
En efecto, la producción cuprífera del país dará un gran salto, de 1,3 millones a 2,6 millones de toneladas al 2016, como resultado dela puesta en marcha de Toromocho, Constancia, Las Bambas, la ampliación de Cerro Verde y Tía María. “Las minas requerirán más insumos, y es allí cuando hay que estar preparados”, indica Maslo.
Elmer Cuba coincide en señalar que este incremento de 100% en la producción de cobre generará una demanda tan sustancial de servicios, que el país se dinamizará por décadas (tres o más, que es cuánto dura la vida útil de una mina cuprífera). “La minería no solo se dinamiza con inversión, sino también con operación”, sostiene.
En su opinión, esta dinámica se verá complementada con una nueva oleada de proyectos mineros, pero de menor escala. “Serán proyectos más acordes con la mediana minería o, incluso, con la grande, pero sin llegar a ser megaproyectos”, refirió.
SEGUNDA OLA
Los geólogos tienen otra perspectiva. Miguel Cardozo, presidente de la junior Alturas Minerals, estima que el 2017 traerá una nueva ola de grandes proyectos que podría conducirnos a producir 4 o 5 millones de toneladas de cobre desde el Bicentenario.
“No hay ninguna razón para ser negativos. Si bien existen retrasos de varios años en algunas inversiones, eso no significa que los proyectos no saldrán, con excepción de los que sí están muy complicados (por razones socioambientales)”, asevera.
Según Cardozo, al 2019 podrían entrar en producción Quellaveco, Haquira, “que está avanzando bien”, Galeno y La Granja, proyectos que aportarán 1,2 millones de toneladas adicionales de cobre. “¿Esto no es dinámico? Estoy hablando del período 2017-2019, en que tendremos un desarrollo similar al de ahora. Y a lo mejor también salen en ese lapso Mina Justa, que no tiene problemas sociales, y otros como Los Calatos y Zafranal, que no son gigantes pero allí van”, refirió.
Esta opinión es compartida por Noel Díaz, ex gerente de exploraciones de Cambior, productor canadiense que inició el desarrollo de La Granja. El geólogo considera que hay buenos proyectos para esta década (principalmente, La Granja) pero advierte que podría suscitarse una brecha en el largo plazo si se llegan a poner en producción todos los que hay en cartera, pero no se añaden nuevos para reemplazarlos. “Allí sí no habría más proyectos, porque no se está explorando”, señala.
BRECHA FUTURA
Este vacío se estaría generando ya, como consecuencia de las adversas condiciones de mercado (variables exógenas) y la burocracia estatal (variable endógena) que diezman a las compañías exploradoras o junior.
“Puede que Las Bambas y otras megainversiones salgan adelante, pero ¿quién está buscando los proyectos que saldrán de acá a diez años? ¡Nadie!”, exclama Arnaldo León, promotor minero y director de compañías junior.
León trabajó con cuatro empresas exploradoras canadienses en el 2013. Hoy, todas han cerrado. La causa: las trabas burocráticas, que agobian a los inversionistas y les hacen perder sus ventanas de oportunidad.
“Nosotros nos dedicamos a asesorar en compra y venta de proyectos. La vez pasada conversamos con un ejecutivo de una minera junior grande que tiene un megaproyecto de hierro en el sur. Le pregunté cómo hago para contactarlo en su oficina y me contestó: ‘Nada. Hemos cerrado. Atiendo desde mi hotel’. Así estamos”, refiere León.
Según Díaz, madurar un proyecto demora un promedio de 8 a 15 años desde su descubrimiento. Esto significa que la temida carencia de grandes inversiones podría cristalizarse en la siguiente década.
RECOMPOSICIÓN
Magali Arellano asegura que existen suficientes proyectos para alimentar el ‘pipeline’ de la minería hasta el 2020. En “PerúTop” ha identificado entre 26 y 27 con posibilidades de iniciar operaciones desde el 2014, y que representan una inversión conjunta de US$37.000 millones, el 60% de la cartera priorizada por el Minem.
Ella no duda de que las condiciones adversas que limitan a la minería serán superadas, como muchas veces en el pasado. “En 1992, cuando comenzamos a publicar ‘PerúTop’, cerraron 300 empresas mineras por una crisis increíble, pero después el sector se recuperó. Igual sucederá ahora. Todo se va a asentar y coger ritmo, y no será en diez años”, refiere.
Cardozo apunta que los ciclos mineros son muy diferentes ahora. Antes, respondían a la oferta y la demanda, pero hoy están vinculados a percepciones (como lo que sucederá con
China) que llevan olas de pánico a los mercados. Es con esto con lo que la minería debe aprender a convivir, pero aún no lo hace.
Fuente: El Comercio