Elaborado por: Ing. Juan Carlos Llorente Chala (España)
Cada cierto tiempo aparecen conceptos que se vuelven dogmáticos y virales desde el punto de vista social, es decir, forman parte de la denominada «Ingeniería Social», y entre otros, a lo largo del tiempo han sido, “el todo eléctrico”, “la concentración de la producción”, “el todo nuclear”, “el no a lo nuclear”, “la ecología por encima de todo”, “el fomento de las denominadas energías limpias”, etc., etc. En la actualidad se ha puesto de moda otro concepto muy singular, que se trata, de que cualquier actividad a la que se aluda debe ser sostenible, y por supuesto incluida en los primeros puestos, la “minería”; esto supone que cuando se habla de desarrollo o crecimiento sostenible, se suele indicar un tipo de desarrollo muy particular en el que, sin menoscabo del bienestar actual, las diferentes actividades no comprometan el futuro de la humanidad.
En sí mismo, este concepto es, aparentemente, algo altamente positivo, dado que parece querer evitar el hecho de que en un futuro más o menos lejano, la manera en la que se consumen los recursos del Planeta pueda agotar definitivamente alguno de ellos o incluso la mayoría, o causar al medio ambiente unos daños tan irreparables que condicionen gravemente nuestra supervivencia, lo que demostraría la bondad y altruismo de este concepto, dado que se trataría de salvar al Planeta y por ende a la Humanidad de los excesos, pero bajo este aparente altruismo se esconde una enorme parcialidad.
Lo primero a tener en cuenta es, que la idea del desarrollo sostenible es exclusiva de los países desarrollados; puesto que a los países subdesarrollados y muchos en vías de desarrollo, ni se les ocurriría priorizar este tema, pero los países desarrollados les obligan a aceptar este criterio, so pena de ser discriminados en sus exportaciones. Esto es algo grave, porque no tiene en cuenta las diferentes realidades de su grado de desarrollo, y porque muchos de ellos lo que necesitan es, invertir todos sus recursos en algo mucho más urgente, como es la supervivencia de sus habitantes. Y lo segundo a considerar es, que el concepto de desarrollo sostenible se centra casi exclusivamente en aspectos físicos o medioambientales, dejando a un lado muchas otras consideraciones, como son las económicas, las sociales, las políticas, etc., que conforman la realidad que existe en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, lo que les causa serias disfunciones en su economía y su crecimiento.
Dicho lo anterior, entramos directamente en el caso de la minería, ya que este sector es el más señalado como uno de los peores responsables del llamado “destrozo del Planeta”. Para lo cual, empezaremos por decir, que esta es una “acusación falsa”, ya que desde hace décadas, las empresas que conforman el sector “minero formal” a nivel mundial, están obligadas, en sus correspondientes países, a que una vez finiquitada la explotación de una mina, ya sea subterránea o tajo abierto, tienen la ineludible obligación de restaurar el entorno para evitar la existencia de un entorno degradado física y medioambientalmente, cosa que no ocurre en el caso de la mal llamada “minería informal”, tipo de minería rapiñera y destructiva, que se da en muchos de los países de Hispanoamérica y Asia, excepción hecha de Australia, Nueva Zelanda y Provincias francesas de Ultramar, y esto si que es gravísimo, porque a nadie parece importarle sus consecuencias, ya que lo primero que tendríamos que preguntarnos es, quien o quienes son los beneficiarios de esta minería a la que en lugar de llamarla “minería informal”, habría que llamarla “minería ilegal”, y a la cual nadie parece ser capaz de ponerle coto, ni aplicarle medidas drásticas para impedir su existencia, mientras que se permite la satanización de la “minería formal” que si que cumple con las legislaciones que le son de aplicación en los diferentes países productores de materias primas.
Lo más increíble del concepto de ”minería sostenible” es, que no parece tener en cuenta la demanda creciente de muchos de los productos mineros, la cual viene impulsada por los propios países que trasforman esos productos mineros en productos manufacturados, y que en casi todos los casos, son los mismos países desarrollados que sostienen el concepto de “minería sostenible”, y este tema es harto curioso, ya que los mismos que fuerzan la demanda, son a su vez, los que definen el marco e imponen las limitaciones y las reglas del juego, situación que conlleva, a que el sector “minero formal” de los países subdesarrollados y/o en vías de desarrollo sean víctimas propiciatorias de este doble juego de que te impongo la demanda y te impongo las reglas, y como tercer agravio, te impongo los precios, y si no cumples con todo este escenario, te limito las compras y por tanto tus exportaciones y por ende te creo problemas a tu economía, ya que en el caso de los países cuyas economías dependen en gran parte de la exportación de materias primas sin elaborar, como sería el caso de Perú, este juego puede llegar, incluso, a crear graves tensiones no solo económicas y de crecimiento, sino de desestabilización política y movimientos sociales de imprevisibles consecuencias, véase algunos parecidos a los de “la agricultura y la ganadería primero”, “no a la explotación minera”, “Perú debe ser un país agrícola y no minero”, etc., etc., a lo que se une el tema de la descentralización de las responsabilidades de gestión, véase el caso de que de todos los trámites de la “minería formal” se encarga el Gobierno de la Nación, cuyos Ministerios y Organismos, les exigen a las empresas ya sean peruanas, extranjeras o participadas, toda clase de permisos, estudios medioambientales, etc., etc., mientras que la “minería Informal” es responsabilidad de las Regiones, y esto si que es un serio agravio entre los dos tipos de minería, porque nadie puede eludir el hecho, de que la “minería formal” es la que paga el canon minero, que a su vez es el que permite al Gobierno su distribución a los respectivos estamentos administrativos, mientras que la mal llamada “minería informal” se ejerce sin un control estricto, tanto productivo como económico por parte del Gobierno de la Nación, y eso si que representa una vulneración realmente grave de las reglas de juego de la Ley de Minas y los propios recursos financieros del país.
Así pues, lo primero a resolver, es la existencia de ese doble tipo de minería, porque las empresas de la “minería formal” tienen absolutamente claro y asumido, que de la explotación equilibrada de sus yacimientos, depende su continuidad y supervivencia empresarial, y que lo verdaderamente importante es, la atracción de los capitales necesarios para continuar la exploración y puesta en funcionamiento de nuevas minas, eso sí, respetando las reglas de juego existentes, cosa que no hacen los que están en la “minería informal” a los que solo les interesa encontrar donde escarbar y sacar algo, si es que lo consiguen.
Elaborado por: Ing. Juan Carlos Llorente Chala (España)