Rubén Arratia, director de Wood Mackenzie, afirmó que el cobre es el metal por excelencia para el desarrollo de economías limpias.
Las emisiones globales bordean los 36 billones de toneladas de CO2, por lo que resulta necesario reducirlas drásticamente a través de la transición a energías renovables, como las del tipo solar y eólica, y para ello el sector minero desempeña un rol crucial, según Rubén Arratia, director de Investigación de Metales de Wood Mackenzie.
En el Jueves Minero «El rol de la minería frente al cambio climático», organizado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, expuso que lo descrito se convertirá en un escenario favorable para que la industria minera acreciente su producción en 25 millones de toneladas de cobre adicionales, metal por excelencia para el desarrollo de economías limpias.
“Se espera que la demanda mundial de cobre se incremente de 32 millones de toneladas en 2023 a 57 millones de toneladas en 2050, lo que será alentado principalmente por la fabricación de autos eléctricos, los cuales emplean cuatro veces más cantidad del metal cobrizo en comparación con los vehículos de combustión interna”, ejemplificó el experto.
De esta manera, resaltó que el aumento proyectado del consumo de cobre a nivel global debe ser aprovechado por Latinoamérica, pues representa el 50% de las reservas de cobre, cuya posesión mayoritaria se encuentra en tierras de Perú y Chile, países que alcanzaron una producción conjunta de 7.5 millones de toneladas de cobre en el año 2022.
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Sin embargo, advirtió que Perú y Chile producirían apenas 1.5 millones de toneladas de cobre en los próximos 25 años, debido al agotamiento de los yacimientos en operación y el retraso de la puesta en marcha de nuevas minas, mientras que República del Congo avanza a pasos agigantados para convertirse en el primer o segundo productor.
Por otro lado, Rubén Arratia pronosticó que la producción de cobre se irá reduciendo a un ritmo anual de 2% al 2040 y de 3% al 2050, lo que creará una brecha entre la oferta y la demanda de 14 millones de toneladas al 2040 y de 23 millones de toneladas al 2050, dando lugar a un periodo de bonanza que impulsará la actividad extractiva del metal en cuestión.
“Otro factor que debería incentivar la mayor producción es la cotización del cobre, el cual está alrededor de 3.66 dólares por libra, siendo el precio con el que se evalúan los proyectos mineros a largo plazo; y si se mantiene relativamente alto, es porque la tecnología actual no es suficiente para acceder a este recurso en yacimientos de gran profundidad”, explicó.