La adquisición de proyectos mineros es una parte central de la estrategia de las empresas mineras para ampliar su base de activos y asegurar el acceso futuro a recursos, reservas y/o producción de minerales.
Por: Rafael Lengua Peña, Socio de Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uria.
La adquisición de proyectos mineros es una parte central de la estrategia de las empresas mineras para ampliar su base de activos y asegurar el acceso futuro a recursos, reservas y/o producción de minerales. Asimismo, existen varias firmas de private equity especializadas en minería que adquieren o invierten en proyectos o empresas mineras en marcha con la finalidad de aumentar su valor, impulsando eficiencias operacionales y financieras, así como inversiones. Además, les proporcionan acceso a capital más barato, para luego vender la participación adquirida y obtener un retorno financiero.
En tiempos recientes, la actividad fusiones y adquisiciones (M&A) en la industria minera ha experimentado un crecimiento importante, debido a la expectativa de un aumento en la demanda de minerales críticos como el cobre y el litio, entre otros, impulsada por la transición energética. Esta estrategia de consolidación de activos de las grandes empresas busca adquirir operaciones de gran escala para generar economías de escala y mejorar sus eficiencias operacionales.
Además, la mejora en los precios de los metales y la necesidad de afrontar la escasez de proyectos mineros, y reflotar el pipeline de proyectos en cartera, han contribuido a este crecimiento.
Las estructuras que se utilizan para adquirir proyectos mineros generalmente varían dependiendo de la etapa del ciclo minero en la que se encuentre el proyecto (exploración, evaluación, desarrollo, operación o cierre). Mientras más avanzado esté, habrá menos incertidumbre sobre su viabilidad para entrar en producción y generar flujos, y, por ende, más información sobre su valor. Por eso, en etapas avanzadas o en producción, los procesos de adquisición siguen la estructura de un M&A típico.
Para ser inscritos en registros públicos, deben contener, por lo menos, la identificación
de las concesiones, así como el precio, forma y modo de pago por cada concesión.
Sin embargo, en etapas tempranas, por un lado, el nivel de información sobre los activos es muy bajo y, por el otro, el nivel de riesgo es muy elevado, lo cual hace difícil estimar con razonable certeza la viabilidad y el valor del proyecto. Por eso, las estructuras típicas de M&A y de valorización de activos generalmente no se utilizan en esta etapa.
También puedes leer: Reunión clave: Banco Mundial y Minem trabajan en competitividad minera
En efecto, en etapas tempranas, los activos transados son típicamente proyectos mineros greenfield en los que la exploración está en una etapa muy incipiente. Estos proyectos se adquieren por el potencial que tienen para albergar un yacimiento económicamente explotable en el futuro, sin certeza alguna sobre su viabilidad.
Las características de los proyectos mineros en esta etapa son: (i) se cuenta con poca información sobre el activo y su potencial geológico, generalmente obtenida a través de cateo y prospección; (ii) no se ha determinado la existencia de recursos minerales; (iii) hay mucha incertidumbre sobre su valor real; y (iv) no se ha determinado su viabilidad económica, técnica, legal, social, etc.
Lea el artículo completo en nuestra edición 170 de Rumbo Minero, aquí.