La energía nuclear y la energía hidroeléctrica representan el 90 % de la electricidad baja en carbono desde la década de 1970.
Sandra Lock, Asociada de Proyectos de Recursos Naturales e
Infraestructura en Miranda & Amado
En el año 2015, la Agencia Internacional de la Energía (International Energy Agency) (en adelante, IEA) señaló que la energía nuclear puede jugar un rol clave para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono1.
Posteriormente, este organismo ha declarado que ‘lograr la transición energética limpia con menos energía nuclear es posible, pero requeriría un esfuerzo extraordinario’. Por lo tanto, se necesitará una variedad de tecnologías para este proceso, incluida la energía nuclear2.
Al respecto, la energía nuclear y la energía hidroeléctrica representan el 90 % de la electricidad baja en carbono desde la década de 1970, como se muestra en el siguiente gráfico:
En ese contexto, un aspecto ampliamente discutido a nivel internacional es si con una gestión eficiente y una normativa nacional adecuada, la energía nuclear podría ser una fuente de energía sostenible que debería preferirse ante otras, como es el caso de los combustibles fósiles, dado el bajo nivel de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que produce, lo cual contribuye a los compromisos asumidos por los países para hacer frente al cambio climático.
Sobre el particular, cabe resaltar que, aunque el uso de energía nuclear ha sido marcado por ciertos desastres ambientales en las últimas décadas3, como señala el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería – Osinergmin, aún a pesar de que la presión mediática, la falta de procesos de fiscalización y supervisión estrictos y el aumento en el uso de energías renovables han generado el cierre de reactores nucleares, muchos países aún mantienen planes de desarrollo de energía nuclear.
Esto se debería al beneficio neto que proporciona este tipo de energía, pues para países con reservas de uranio este representa un ahorro significativo en sus costos al ser menos dependientes de la cadena de combustibles derivados del petróleo4.
En el caso del Perú, el Organismo Internacional de Energía Atómica (International Atomic Energy Agency) (en adelante, IAEA) estimó, en el año 2010, que nuestro país contaba con reservas de uranio disponibles que superarían las 1000 toneladas y estarían ubicadas al sur del país5.
En esa línea, en el conversatorio “Riesgos e Impactos en la Salud, el Ambiente y en la Demanda Externa de Cultivos Tradicionales”, que se desarrolló en el año 2016 con representantes del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) y el Congreso de la República, se precisó que nuestro país cuenta incluso con reservas estimadas en 220 mil toneladas de uranio, cuyos principales yacimientos estarían ubicados en la provincia de Carabaya, región Puno, y en los fosfatos de Bayóvar, región Piura.
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