Geraldine Izaguirre, Asociada Senior de Hernández & Cía
El cambio climático es un fenómeno que se produce por la acumulación de Gases de Efecto Invernadero (en adelante, “GEI”) en la atmósfera, ocasionando que la radiación solar que ingresa a la tierra no pueda salir y se incrementen las temperaturas.
Este efecto negativo resultante es lo que se denomina calentamiento global, el mismo que provoca el derretimiento de los glaciares, los incendios forestales y sequías, lluvias intensas donde antes no las hubo, acidificación de océanos, entre otros eventos climáticos extremos alrededor de la tierra.
El Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) a lo largo de los años viene emitiendo una serie de reportes en donde reitera el crecimiento sostenido en la emisión de GEI desde épocas preindustriales, resaltando que la principal fuente de emisión está relacionada con causas antropogénicas.
Llama la atención el Reporte emitido en el año 2018 donde se establece el umbral del 1.5°C como el límite máximo de aumento de temperatura que podríamos alcanzar antes de destruir irreversiblemente los ecosiste mas y recursos derivados de los cuales somos dependientes, exhortando a todos los países a tomar medidas urgentes para reducir sus emisiones de GEI en todos sus sectores hacia el año 2030.
A pesar de esta exhortación, en el último Reporte emitido en el año 2021 se ha establecido un código rojo para la humanidad, puesto que no se ha visto avances importantes en las acciones de mitigación nacionales, por lo que se urge a los países a acelerar la adopción de compromisos.
La respuesta global a la emergencia climática -aunque insuficiente- ha sido estructurada en base al Acuerdo de París que entró en vigor en el año 2016 (mismo año en el que fue suscrito por Perú). El Acuerdo de París determina que todos los países parte comuniquen sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas cada cinco años en aras de contar con compromisos cada vez más
ambiciosos de reducción de emisiones de GEI.
Asimismo, invita a las partes a formular y presentar Estrategias de Desarrollo Bajo en Carbono de Largo Plazo al 2050, el objetivo “cero neto” (objetivo NetZero) es un escenario de emisiones casi nulas, generándose solo emisiones residuales que puedan ser absorbidas por sumideros de carbonos naturales, por ejemplo, océanos y bosques.
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