Esta última década el Perú ha cerrado con un sector minero formal y responsable que viene contribuyendo con cerca del 10% del PBI nacional, el 60% aproximadamente de las exportaciones totales del país, algo más del 8% de los ingresos recaudados por la autoridad tributaria nacional, cerca del 5% de la población económicamente activa formal y con transferencias mayores a los S/ 4,600 millones realizados a favor de los Gobiernos Regionales y Locales como consecuencia de la realización de actividades mineras.
Con esos resultados y aportes, en los albores de esta nueva década, surgen las primeras noticias a nivel internacional al menos aquellas difundidas públicamente- sobre los estragos generados en varios países por la enfermedad del nuevo coronavirus, conocido como “Covid-19”. Así a inicios del mes de marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud – OMS determinó la caracterización del brote de dicha enfermedad como una pandemia.
Ante esta situación, en el Perú se declaró una Emergencia Sanitaria a nivel nacional en el propio mes de marzo, con el fin de dictar medidas para la prevención y control a fines de evitar la propagación del Covid-19; y, posteriormente, se decretó un Estado de Emergencia Nacional con el objetivo de proteger de una forma adecuada la vida y la salud de la población, buscando reducir la posibilidad de incrementar afectados por Covid-19, ello sin perjudicar la prestación de servicios básicos, ni de salud y alimentación de la población.
Justamente, dicha situación pandémica generó un nuevo hito para las actividades económicas que deberán sobrellevar en adelante y que trata sobre la forma en que deberán operar las actividades económicas dentro de esta nueva normalidad, es decir en el contexto de una pandemia. Obviamente, no escapa a ello el sector minero, el cual ya venía trabajando en afrontar importantes retos como aquellos de tipo medioambiental y de conflictividad social pero que ahora también enfrenta un hito complejo y que debe seguir haciéndolo, como es el trabajo en modo pandemia contando para tales fines -menos mal- con su experiencia, características y particularidades en el desarrollo de sus actividades actuales y futuras.
Sin duda, a nivel internacional, el impacto generado por la pandemia del Covid-19 viene afectando las actividades mineras, trayendo consigo una disminución de los presupuestos de exploraciones, paralizaciones y suspensiones en operaciones mineras y, a su vez, una constante volatilidad en las cotizaciones de los metales.
Esta situación ha originado que se proyecten resultados basándose en la caída o repunte de la actividad manufacturera en China; un dólar fluctuante que encarece o abarata las materias primas; una reducción de inventarios de metales ante los impactos operativos o posibles paralizaciones; mayores o menores expectativas empresariales sobre los metales -en especial de los industriales-; entre otros; los cuales siguen siendo inciertos aunque últimamente poco más positivos para los años venideros.
En el caso del Perú, no son menores los impactos y retos que este nuevo hito trae hacia la industria minera, como lo son gestionar la desmovilización de personal, el aprovisionamiento de campamentos en zonas lejanas a los centros logísticos, el suministro de insumos críticos a operaciones, el relevo de las guardias en las unidades, el transporte de mercancías -sean concentradas, refinadas o fundidas-, la ejecución de protocolos de salud, la elaboración de planes de vigilancia, la atención médica y sanitaria ante la enfermedad del Covid-19 para proteger…
Entrevista Completa en la Página 62.