La financiera habría firmado nueve contratos para obtener 54 toneladas de níquel.
La Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés) cae de nuevo en un escándalo relacionado con el níquel, y todo apunta a un enorme fraude. JP Morgan adquirió nueve contratos de 54 toneladas de níquel. Nada fuera de lo habitual, para el banco de inversión más importante de este mercado. El problema es que no adquirió níquel, sino piedras. 54 toneladas de piedras.
La semana pasada LME publicó un extraño comunicado en el que informaba a los operadores que anulaba nueve contratos de níquel y mantenía suspendida otra semana más la operativa en horario asiático. El gestor del mercado explicaba que había encontrado «irregularidades» en el depósito de níquel físico, pero no detallaba, que se había producido un gran cambiazo de níquel por piedras. Solo alcanzaba a señalar que eran evidentes por la diferencia de peso y apuntar a los almacenes donde se encuentra el activo físico como responsable de registrar la mercancía dentro de las instalaciones.
Los sacos de piedra, que habían pasado desapercibidas como níquel, se encontraban en un almacén de Rotterdam, en Países Bajos, y es propiedad de un tercero ajeno a LME, como suele ser habitual. La cantidad de níquel afectado por el fraude apenas llega al 0,14% del volumen total que gestiona Londres y tiene un valor de mercado de 1,3 millones de dólares. El impacto debería ser limitado para un mercado que ronda los 1.000 millones solo en las operativas diarias de LME.
Pero el gran problema es reputacional. La Bolsa de Metales de Londres hasta el año pasado era sinónimo de seguridad. El gestor, en una polémica decisión, suspendió la operativa al dispararse el precio del níquel, alrededor de un 250% el año pasado en una sola sesión. La decisión disgustó a muchos inversores y puso en alerta a las autoridades financieras. El cambio de piedras por níquel, aunque sea insignificante, es una punzada en el talón de Aquiles de LME. El mercado de materias primas de Londres funciona y tiene la confianza de todos los inversores porque le avalan 146 años de historia y porque nadie duda que detrás de los contratos que se negocian hay aluminio, cobre o níquel, en cualquier almacén aprobado como depósito por LME.
El sistema de depósito de LME está considerado como uno de los más seguros del mundo y garantizan la mercancía física de los contratos. En principio, cada entrega o salida, queda certificada y pesada por las empresas de almacenamiento que trabajan para la bolsa de Londres. Pero el mercado de los metales está muy expuesto a los casos de fraudes con falsificación de contratos de venta y, sobre todo, el níquel por su alto valor en el mercado.
Antecedentes y consecuencias
El gigante del comercio de materias primas Trafigura denunció el mes pasado de que había sido víctima de un fraude «sistemático» de más de 500 millones de dólares con contenedores de níquel. La compañía suiza había comprado grandes cantidades de metal al empresario indio Prateek Gupta. Los contenedores no tenían la mercancía adquirida. Trafigura ha declarado que ambos casos carecen de conexión, pero a raíz de la denuncia de la compañía, los depósitos de níquel de todo el mundo se pusieron a inspeccionar las mercancías.
La implicación de JP Morgan en el caso aumenta la desconfianza sobre el sector. El banco es uno de los principales jugadores y fue uno de los principales prestamistas para que el gigante chino Tsingshan estuviera en corto sobre el níquel el día que el metal rebotó un 250%. La empresa china rozó la quiebra y se salvó por el corte de operaciones. LME negó que supiera que Tsingshan estaba perdiendo miles de millones cuando suspensión las operaciones. JP Morgan afloró pérdidas de 120 millones de dólares por apoyar la apuesta del gigante chino.